Nadie sale divo de aquí
Campeche tuvo una semana para saber todo sobre Il Divo, el cuarteto cuya más exacta imagen es la de parecer un logro de la ONU: un suizo, un español, un estadounidense y un francés hermanados por la música. Todo comenzó con un rumor, pero después de su anuncio oficial, la ciudad vivió sólo para el concierto. Los campechanos fungieron como agencias de viajes sin sueldo a la tarea de buscar hoteles para sus amigos, pero también se oyeron voces que cuestionaron si era necesario gastar tanto por cuatro metrosexuales que engrosaban la voz. No obstante toda crítica fue apaciguada con las dos únicas palabras que calman los motines en este estado: “promoción turística”. Por fin, después de muchas especulaciones, expectativas y un maquillaje a marchas forzadas del centro de la ciudad, el grupo se presentó este sábado ante un público que los periódicos estimaron entre las 10 mil y las 45 mil personas, lo cual me hace pensar que, como bien señalan los exámenes de la OCDE, en Campeche tenemos serios problemas con las matemáticas.
ESTÁN LLOVIENDO HOMBRES
La fila frente a los detectores de metal parece interminable. Como si fuésemos migrantes a punto de entrar al país de Il Divo, un grupo de hombres nerviosos nos agolpamos unos contra otros a fin de agilizar ese tránsito que desespera pues el concierto tiene ya una hora de haber comenzado. Finalmente, todos queremos meter la cara en alguna parte para no evidenciar que vinimos a ver a cuatro hombres guapos que cantan mejor que nosotros en el karaoke. Pero es imposible, Campeche es una ciudad pequeña, tanto que a cada minuto aparecen conocidos que nos dicen como Julio César: “¿Tú también, bruto?”
A la hora en que cruzo la puerta metálica se oye un grito histérico a lo lejos. “Es que uno de los divos acaba de decir ‘Campeche’”, me explica el policía mientras verifica que yo no traiga ningún objeto punzante entre mis pantalones. Mientras me dirijo hacia el parque, veo a decenas de personas rumbo a la salida, caminando tan rápido como si huyeran de un boteo. “¿Ya terminó?”, le pregunto a un señor con una niña en brazos. “Para nada, es que no es lo que esperábamos. ¿Sabías que cantan ópera?”, me comenta como si me advirtiera de una oferta fraudulenta. “¿En serio?”, digo, fingiendo sorpresa, para solidarizarme un poco con su decepción. Apretando el paso, me integro al monstruo de 10 mil cabezas.
“¡Carlos, te amo; David, I love you; Sebastian, je t'aime; Urs, ich liebe Dich! ¡Tú, el italiano de la guitarra: Ti amo!”, grita una adolescente que seguramente invirtió 15 minutos en Internet buscando palabras cariñosas en el traductor. Me alejo lo más que puedo de la chica, mientras ella hace ademanes, porque dicen que el baterista del Il Divo sabe lenguaje sordomudo y además usa binoculares mientras toca.
Alzo la vista. Gente en los techos de los portales también contribuye a la euforia con gritos y pancartas, mientras abajo, en el restaurante, finísimos amantes de la buena música escuchan al grupo, con sus piernas cruzadas y oscilando sus copas de vino.
REACCIONES DESENCADENADAS
No hay nada más catártico como ver a un funcionario público o a tu maestra de la preparatoria gritando como si le estuvieran extrayendo una muela sin anestesia. Con la mano en el pecho y los ojos cerrados, decenas de burócratas y docentes han seguido cada una de las interpretaciones de Il Divo, con el ánimo de quien está solo, en el baño de su casa y tiene el estéreo a todo volumen. La imagen concentra sin duda esa idea de “cautivar” que han utilizado muchos periódicos para referirse al concierto.
El grupo ha interpretado ya más de 15 canciones, algunas tan aburridas que han ahuyentado a muchos asistentes. En la recta final, cuando unos acordes en Re empiezan a escucharse, una señora lanza un suspiro tan conmocionado que me hace volver la cabeza. “¡Dios mío: el Ave María!”, me dice como si ella fuera la niña Lucía y estuviera a punto de contemplar el milagro de Fátima. Por desgracia, el prolongado “A” con que inicia la aparente pieza de Schubert, es en realidad una “Oh” mal pronunciada, a la cual siguen las palabras “my love, my darling”. El rostro de frustración de la señora no podía ser más evidente: se trata de “Melodía desencadenada”, la canción principal de la película “Ghost”.
La pieza provoca registros más previsibles en los demás asistentes. Bajo las gradas, una pareja se reconcilia y junto a mí un tipo comenta a otro después de unos segundos: “Ala, chavo, ésa canción es la neta; la bailé con la Verónica cuando salí de la primaria”.
NO ME ABANDONES ASÍ
Se supone que han acabado ya su repertorio, pero ante los gritos enloquecidos de sus fans, Il Divo retorna para cantar “My Way”. “Es lo mejor que tienen”, dice un señor de edad mientras trata de seguir la canción que no sabe si está en inglés o en español. Minutos después, cuando el cuarteto amenaza de nuevo con dirigirse a los vestidores, todos nos hemos dado cuenta de la farsa; aún falta su éxito principal, la única canción que podía ser coreada unánimemente: “Regresa a mí”. El inicio de esos acordes en guitarra y esa voz de extranjero que está aprendiendo español no pueden sino provocar más chillidos de histeria. “¡Canten como hombres!”, grita un tipo parado en una silla, mientras su novia graba por celular el concierto, pero sólo las partes que proyectan las pantallas gigantes.
En su video de “Regresa a mí”, Urs, David, Sebastian y Carlos son provincianos que sueñan con triunfar en el bel canto: dejan familias, ciudades e incluso empleos tan prometedores como la metalurgia a fin de realizar sus sueños. La realidad nos hace ver que esas manos de histriones acomodados no han sido dañadas siquiera por una hoja de solicitud para empleo. Pero qué importa, las chicas lloran con la canción como si Il Divo encarnara a cualquiera que lucha por cumplir sus ilusiones.
“Sois cojonudos”, dice Carlos, al final, quien ha producido gritos en mi espalda cada que arquea la ceja.
El éxtasis colectivo alcanza para una pieza más: “Somewhere”, que el cuarteto interpreta sentado al borde del escenario. El público y el artista saben que ahora pronto sobrevendrá la separación, y se despiden jugando a los besos y a los gestos. La catedral intimida lo suficiente como para que nadie aviente su ropa interior y los cantantes tengan que conformarse con firmar chamarras deportivas.
Después del acorde final, el público pide una más, pero ya es inútil. Los juegos pirotécnicos funcionan como los créditos de una película: confirman que lo único que sigue es la accidentada salida de las vallas y la búsqueda inmediata de un lugar donde cenar.
13 comentarios
Faby Alcántara -
Simplemente me encantó tu crítica y mira que soy tan fan de IL DIVO que los seguí desde el DF solo para verlos otra vez en concierto.
Y en efecto ellos no cantan ópera sino pop-ópera, aunque debo aceptar que no todos aguantan un genero como ese, aunque son canciones pop, las voces operísticas lo cambian todo, no?
Gracias por no poner 'Samuel' en vez de 'Somewhere' debo decir que moría de risa cuando compré los periódicos jajaja!!
Contestando a Celestina acerca de porque Carlos dijo 'cojonudos' según mi muy humilde interpretación del acto (jijijiji) lo dijo porque quedó 'impresionado' por la manera en que los asistentes corearon la canción de 'Regresa a mí', en lo particular si se escuchó impresionante!
De nueva cuenta tu critica estuvo buenísima!
Pd. El estado es maravilloso, me enamoré de él. Definitivamente mis mejores vacaciones!
Saludos
Eduardo Huchin -
Y sí hubiera sido bueno que trajeran por lo menos a Margarita, la diosa de la cumbia, pero con orquesta (como lo hizo el Gobierno de Puebla) para que no haya dudas que era música culta. Un saludo.
LETY -
MaryFer -
Dicen que "Gratis hasta las patadas" y así sucedió en esta ocación. Lo siento mucho por quienes no tienen el fino oído para escuchar opera, operetta, o música clásica.
Pero debo decir que no son un grupillo de plástico. Segura estoy que preferirían que les llevaran a Daddy Yankee o cualquier otro cantantucho que les diera lo que les gusta. Pero lástima. Para su dolor les llevaron a un grupo de MAESTROS TENORES y un PRIMO BARITONO, para educarlos un rato.
Si bien Seb es voxpopuli(voz poppular), el lleva los tonos simples. Nada fue gratis y ni reclamen, que gracias a ellos Campeche comió un mes, gracias a los turistas que fuimos a ver a Il Divo. Ni modo, a aguantar hasta que les lleven a Britney Spears a ver si ella si les gusta.
Fawne -
Desde el titulo de "Nadie sale divo de aquí" hasta lo de "..búsqueda inmediata de un lugar donde cenar." Ya que mi hermana y yo nos atoramos en el tráfico al olvidarnos que ese día había llegado Il Divo.
Eduardo Huchín -
Celestina Terciopelo -
Qué bueno que me encontré con estos blogs de escritores campechanos. Me estoy divirtiendo un montón.
Un saludo para ti, Eduardo Huchín Sosa.
Iliana -
Juan Carlos -
wilberth herrera -
Hubieras puesto una foto de el woody allen mexicano. Y para este escrito la foto de los il divo campechanos del Jueves.
Un saludo, y nos estamos viendo el juegueves.
Elmer Sosa Pérez -
Argentina Casanova -
Luz Sepúlveda -