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Tediósfera

Felipe, el mago

Felipe, el mago

¿Cómo le hizo? ¿Cómo logró el señor Calderón burlar el cerco policiaco, las barricadas de los perredistas, el seguimiento todo terreno de las cámaras de televisión? No se sabe con seguridad, pero lo cierto es que a las 9:46 de aquel primero de diciembre, el político michoacano ya alzaba el brazo y rendía su protesta de ley ante el estupor general. ¿Se hubiera imaginado el más diestro escapista que ingresar a un recinto llegaría a ser tan complicado como, por ejemplo, librarse de una camisa de fuerza? ¿Inaugurará este acto el “presidencialismo mágico”? ¿Se le conocerá ahora a Felipe como “el de las manos rápidas”?

Han pasado ya algunos días después del truco y los expertos han afirmado que “el arte del intrusión” de Calderón supuso más pericia que cualquier “arte de la fuga” de Houdini. Para otros analistas, el plan de ingreso presidencial —tan metódico como el de un extremista islámico— reveló a un conservador con alma de terrorista.  En busca de respuestas, entrevistamos a seis renombrados ilusionistas (no los promotores de proyectos gubernamentales sino los animadores que sacan conejos de sombreros), quienes han aventurado algunas hipótesis sobre la aparición de Calderón en el Salón de Sesiones del Congreso.

Para el payaso Caguamito, el actual presidente entró disfrazado de sí mismo. “Los perredistas creyeron que era una de esas máscaras que vendían en la Convención Nacional Democrática, sobre todo porque el Calderón que entró tenía en el pecho un letrero que decía: ‘Pelele’. Cuando los diputados se maravillaban de que ‘los compañeros plastiqueros’ habían logrado por fin un caucho sin rebabas, ya Calderón estaba en tribuna diciendo: ‘que la Nación me lo demande’”.  

“Yo creo que ingresó dentro de un asiento de madera”, opinó a su vez Arturo Garcés, adivinador de baraja inglesa. “Usaron esas sillas que estaban metiendo para los invitados de honor. Así entraron él y Vicente Fox. Por eso a todos les extrañó que una de las butacas tuviera un respaldo de 2 metros de alto”.

Abu Ibn Ari, quien acostumbra a partir cuerpos por la mitad, considera que la llegada presidencial fue posible gracias a un ensayado truco de espejos. “Ni sabes todo lo que puede hacerse con un vidrio de dos y medio por dos: hombres cercenados, cabezas sin cuerpos, mujeres de tres piernas, levitar, entrar a San Lázaro. Cuando vi que algunos de mis compañeros ilusionistas se habían retirado del negocio para inscribirse al Estado Mayor Presidencial tuve muchas dudas. Después de la toma de protesta, todo fue bastante claro”.

Dédalo, “el payaso que vuela”, difiere de las opiniones de sus colegas. “El Calderón que vimos en la toma de protesta siempre estuvo ahí. Es decir, se trataba de un miembro del equipo de dobles, contratado por la nueva Oficina de la Presidencia. Te lo digo porque sé de por lo menos otros tres Calderones: uno estuvo en Los Pinos a la medianoche, otro en Campo Marte y uno más en el Auditorio. Y lo diré de una vez: la curul de Zermeño tenía doble fondo; lo sé porque yo la diseñé. El asunto estuvo más o menos así: el martes, durante la sesión, el doble de Calderón tuvo comezón y sacó el antebrazo para rascarse con la orden del día. Uno de los perredistas contó una mano de más al momento de la votación y supuso que algo raro sucedía en aquella butaca. Este diputado iba a acercarse al presidente de la Mesa Directiva para decirle: ‘Oiga, quisiera saber si es anticonstitucional que usted tenga tres brazos’, cuando los panistas creyeron que se trataba de la toma de tribuna y empezaron a bloquear los accesos. Ahí empezó la trifulca que duró poco más de 72 horas. Pero el falso Calderón siempre estuvo ahí, nunca salió del Congreso”.  

 Turandot, un mago callejero acusado alguna vez de ambulantaje por sus camaradas, duda que Calderón “haya estado ahí, en la sala”. “Es decir, ¿una presencia de 5 minutos puede llamarse una presencia? ¡Reconstruyeron digitalmente a Brandon Lee por más tiempo en El Cuervo y eso que ya estaba muerto! Estoy casi seguro que todo se trató de una coproducción de Televisa y TV Azteca, para agradecer la nueva Ley de Telecomunicaciones. Fue un fraude tecnológico, como el Programa de Resultados Preliminares del IFE. De hecho, estoy planeando un artículo científico para La Jornada, donde demuestro que la asistencia de Calderón al Congreso de la Unión fue finalmente una asistencia espuria”.  

“Déjate de la entrada de Calderón”, consideró Shalimar el ventrílocuo. “La verdadera hazaña fue lo que yo llamo ‘el truco de la banda presidencial’. ¿Recuerdas que a la medianoche Vicente Fox había entregado la banda a un cadete? ¡Creo que es algo que todos vimos por televisión! Incluso Josefina Vázquez Mota me lo confirmó la mañana siguiente por teléfono. Me dijo: Shalimar, Fox ENTREGÓ esa banda al cadete, puedo jurarlo porque yo misma toqué la tela después del evento. ¿Qué explicación científica tiene entonces que nueve horas después apareciera el mismo Vicente Fox con la banda presidencial —ojo: con la misma banda presidencial— entregándosela esta vez al diputado Zermeño? Es algo que contraviene los principios de cualquier lógica. Yo la considero la verdadera despedida de un maestro”.  

1 comentario

Maria Eugenia -

quiero ver no te lo pongas con Susana y Trini, la versiòn americana no me gusta y People an art ya no lo transmite