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Tediósfera

Las paredes hablan

Las paredes hablan

A veces es necesario poner atención a ciertos mensajes para descubrir las voces dormidas de la ciudad de Campeche. De los letreros pegados en las escuelas a las escrituras clandestinas sobre paredes, de las anotaciones hechas sobre los márgenes de libros a las provocaciones de tinta en los mingitorios públicos, alguien anónimo rebate el silencio. Las groserías y sus trazos nerviosos, las declaraciones y sus nombres en mayúsculas, los fanatismos y sus historias personales (alguien escribió “¡Yo soy tu maestro!”, quién sabe por qué, en la pared de una tienda de colchones) forman el manifiesto de la diversidad. Balzac dijo que el callejeo era la gastronomía del ojo. El gustoso recorrido por el menú de lo inesperado. En ocasiones emprendo ese itinerario por calles donde parece que nadie dice nada. Y un descuido gramatical convierte todo en un hallazgo. La cotidianidad cambia cuando podemos fijarnos en detalles aparentemente insignificantes: una letra mal escrita, un chiste sin destinatario, un aforismo equivocado. Entonces la ciudad puede leerse con otros ojos y es posible seleccionar párrafos placenteros que compartir. 

  

Las sagradas abreviaturas: "Afiliado a la as. del sidto. de trans. de la rama autriz. similares y conexos del Edo. de Camp. CTM. de c. 285" (En un taller mecánico sobre la Avenida Gobernadores)

Bonetería genética: “Se impartirá taller de verano para niños de fieltro” (En la puerta de un CENDI, centro).

Filosofía cosmética: “Vive el día de hoy como si fuera el último de tu vida”. (En un paquete de maquillajes para payasos. Aparador de una tienda frente al Mercado)  

Letras de letrina: “Me dicen el ‘Jimi Hendrix’ y eso que no sé tocar guitarra.” (En la pared de un baño público).  

Muy importante: “Los ojetes están más cerca de lo que aparentan.” (Corrección hecha sobre el espejo retrovisor de un automóvil, Barrio de San Francisco).  

La amabilidad, ante todo: “Se hacen trabajos, no ‘milagros’ ”.  (Proveedora papelera, Centro Histórico).  

Al final de una importante advertencia: “...Si no sabe leer, pregunte en la administración.”  (Cámara de Comercio, Avenida Central).  

La redundancia como protesta: “No a la agresión económica al imponer impuestos a nuestras prestaciones.” (Manta en la puerta de Vida Nueva A. C.)  

Super Crunch a la Miguel Ángel Cornejo: “Si no es una pizza perfecta, no la metas al horno.” (Letrero de Domino’s Pizza)  

Precaución: “El pegamento da Sida” (Letrero en una tapicería).  

Poesía selecta para conductores: “El que enamora y maneja, a su paso lisiados deja.” (Programa de educación vial. Avenida Colosio) 

Confesiones de un ex transeúnte: “Está cabrón andar a pie” (Letrero sobre la defensa de una camioneta).  

Higiene burocrática: “Prohibido tirar desperdicios” Y abajo con plumón: “Ya somos muchos” (En una oficina pública).  

Oferta de paquetería: “Fichas extraviadas a sólo $ 10”. (Anuncio en el área de paquetería de la Tienda García) 

Máxima: “Todos los pinches huevones que llegan tarde le echan la culpa a los camiones”. (En el interior de un microbús) 

Atención, vándalos: “Prohibido no hacer mal uso de estas instalaciones” (En una unidad deportiva)

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