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Tediósfera

Stop the evolution

    mosh

Como Metallica, toda la música debería volver a los orígenes. A las cavernas, al tum tum básico y a la imagen de los hombres de pelo largo que balancean sus cabezas mientras se empujan unos a otros. Volver a un tiempo en que nada era comercial –Puta, hasta Mozart hacía música por encargo-, al sonido auténtico que provenía de chocar unos huesos contra cualquier otra cosa. A un momento en que los músicos tenían un solo nombre –como los integrantes de Venom- y no se llamaban Johann Gambolputty von Ausfern Schplenden Schlitter Crasscrenbon Fried Digger Dingle Dangle Dongle Dungle Burstein von Knacker Thrasher Applebanger Horowitz Ticolensic Grander Knotty Spelltinkle Grandlich Grumblemeyer Spelterwasser Kurstlich Himbleeisen Bahnwagen Gutenabend Bitte Ein Nurnburger Bratwustle Gernspurten Mitz Weimache Luber Hundsfut Gumberaber Shonendanker Kalbsfleisch Mittler Aucher von Hautkopft, de Ulm.

Hay que retornar a la música como supervivencia. Volver a los gruñidos (las letras son esa cosa vergonzante que sólo ha subsistido para que los fresas tengan karaokes). Volver al estilo directo –ya saben, pum pas, la siguiente rola-. Habría que extirpar los instrumentos redundantes (una Sinfónica es como un supermercado lleno de sonidos innecesarios). Recobrar el éxtasis del principio, a ese latido que a veces tienen los estadios, el ruido de la tribu (y borrar la estúpida conciencia de saberte solo apenas prendes tu iPod).

La música nunca debió haber dejado de ser instinto. Las partituras, como las tornamesas, han hecho que cualquier pendejo se sienta músico.  Para qué las corcheas cuando hay  oído. Para qué Charlie Parker cuando está Lemmy, el de Motorhead, inyectando adrenalina a nuestras vidas. Hay que vivir como si nunca hubiera habido Stravinsky o Pink Floyd. Como si no hubiera pop ni blues ni góspel ni son. Imagina que no existen los Beatles. La mejor música es la que sólo puede describirse en términos de un pleito carcelario.

Lo demás, de verdad, podemos ignorarlo.

6 comentarios

rojO -

no podría estar mas de acuerdo...

Baqueta -

Qué hay de malo con ese nombre tan largo? De donde yo vengo así me llaman, pero en este cruel mundo sólo soy "Baqueta". La oscuridad a las 3:00 am tiene muchos sonidos profundamente primitivos qué mostrar, deberías intentar oírlos alguna vez...

rodrigo solís -

Oh, sí, recuerdo aquel día, me dieron ganas de matar al emo de los dientes te Tribilin, por fortuna no lo hice porque luego me dijeron que tocaba la guitarra bastante bien.

Eduardo Huchín -

Cómo no, KurtC, Radaid estuvo en Campeche durante el Cervantino del año pasado. Rodrigo Solís y yo regresábamos en el avión de Guanajuato, a donde habíamos ido al encuentro de ensayistas, de repente vimos que en nuestro avión viajaban unas personas muy extrañas -el pelo sobre la frente y piercings en lados insólitos- que además cargaban estuches con formas que podían haber albergado, entre otros animales, a un kraken bebé. Era Radaid, pero en ese momento no los conocía.
Luego ya los escuché, en condiciones tan extrañas como los conocí, y me gustaron bastante.

Tino: por supuesto, que puedes republicar el texto en donde quieras.

KurtC. -

También con caparazones de animales se sacan sonidos bien locos y agradables. Sé que no quieres escuchar de bandas, pero creo que Radaid, de vez en cuando, tiene algo de ese sonido cavernario.

Saludos!

Zobie Eaters -

Poeta:
Pido permiso para trasladar tu artículo a un blog más sucio y menos iluminado, donde sé que se sentirá más cómodo con algunos de su calaña...


Tino