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Tediósfera

Jenna Jameson, escritora de superación personal

Jenna Jameson, escritora de superación personal

Desde que la pornografía salió a la luz del día, sus estrellas (antes sólo conocidas por los pervertidos de mente enciclopédica) se han vuelto un referente en la cultura de masas. No sólo es que la película porno más conocida de todos los tiempos (“Garganta Profunda” de 1972) haya dado nombre a todos los informantes secretos del periodismo posterior al Watergate, sino que poco a poco las figuras más importantes del sexo mediático han tomado sin demasiados sobresaltos el mundo de las celebridades, al grado de cumplir la transición natural de los famosos: pasar del estanco de revistas a la tienda de libros.

 

Para el mundo contemporáneo no debe ser difícil ubicar a la actriz Jenna Jameson. Ha aparecido en alrededor de 400 portadas, en más de un millar de artículos, su nombre arroja 8 millones de entradas en el buscador del Google y puede presumir de haber participado en un debate entre académicos y estudiantes de la Universidad de Oxford.

Asimismo su currículo parecería modesto respecto a sus colegas de la industria para adultos: apenas 121 películas en una década, las suficientes para alcanzar el estrellato en un negocio que produce 11 mil títulos anuales tan sólo en Estados Unidos y donde es difícil determinar cuál es la filmografía mínima para llegar a ser un “icono cultural”.  

 

Lo que es un poco más difícil imaginar es cómo, en 1995, una chica de 21 años decide  volverse la mayor estrella sexual de todos los tiempos y cómo una década después alcanza a contar la historia de ese logro en un libro de 500 páginas. De la primera a la última palabra, Cómo hacer el amor igual que una estrella del porno se muestra como lo que es: una vida novelada, un manual de autoayuda sobre cuestiones eróticas y una guía para los negocios; en pocas palabras una película porno de 20 horas a la que es difícil adelantar las escenas con gente vestida.  

 

Las memorias se relatan a un paso de la tumba, cuando hay suficientes años que recapitular y casi tanta sabiduría para cribar los detalles vitales de las insignificancias. A los 32 años, Jenna Jameson recorre su vida por motivos razonables: en la constelación mediática una estrella porno se apaga por definición a los 33.

 

En palabras de la escritora Liliana Viola, Jenna “pasó lo que tenía que pasar: orfandad, belleza, una violación, engaño, iniciación a las drogas, amor no correspondido, más violaciones, un hombre vividor, un comienzo como bailarina en Las Vegas, la mejor amiga asesinada, un matrimonio fallido, una ayuda providencial, más drogas, más desengaños, más fuerza para salir adelante”. En ese resumen biográfico -una solapa perfecta para las futuras obras de la señora Jameson- se vislumbra el mayor regocijo de los lectores estadunidenses: la redención. Es satisfactorio leer sobre el infierno ajeno, siempre y cuando el protagonista pueda contarlo desde el purgatorio. Encabezados por drogadictos que prevalecen y cancerosos que dan lecciones de vida, la lucha por la supervivencia ha colmado los anaqueles de “historias verdaderas” que estamos obligados a tener como modelos.

Uno de los grandes negocios editoriales es convencernos de que estamos haciendo algo mal. No tenemos el suficiente dinero ni el guardarropa perfecto y ni siquiera escribimos tan bien como suponíamos, ¿sucede lo mismo con nuestro desempeño sexual? Quizás ese sea el espíritu que anime a Cómo hacer el amor igual que una estrella del porno: la superación personal, el ansia generalizada de mejorar nuestro estilo de vida y lograr eso que los expertos llaman “la excelencia”. En su libro, Jenna Jameson -con la autoridad que le confieren decenas de horas comprobables de sexo en sus más diversas variantes- enuncia sencillos mandamientos para aclimatar nuestra juventud en éxtasis, aprovechar las últimas oportunidades y en el mejor de los casos propiciar el más placentero grito desesperado.

Desde el uso de lengua y manos para provocar el placer hasta las peculiaridades que debe cumplir un hombre antes de permitirle la intimidad, el Manual Jameson parece uno de esos curiosos artículos supuestamente dirigidos a las mujeres pero de evidente consumo masculino. No podría ser de otra manera cuando a lo largo de su autobiografía, la mayor estrella porno de todos los tiempos describe sus encuentros lésbicos con la pericia de quien sabe que dos mujeres tocándose salvan cualquier película. Mientras alaba el maravilloso tacto femenino y despotrica contra los varones, Jenna Jameson oferta a fin de cuentas uno más de sus productos: un libro donde hay imágenes y sexo explícito, hay anécdota y anatomía, pero lo más importante: hay copyright. Porque después de todo qué importa otra historia más de vida en el abismo si la autobiografía no está avalada por la marca registrada, del mismo modo que las vaginas de plástico valen por la chica que las anuncia. Así, a través de la fama, el lector corrobora que cada palabra es cierta, o por lo menos verosímil y pese a ese convencimiento, nunca considera de más leer las justificaciones: “Sé acerca del sexo del mismo modo que alguna gente sabe sobre música u ordenadores. Es mi medio de vida”, afirma la autora, antes de explayarse en sus diez consejos para retener a un hombre a través del sexo oral. 

Como manual de negocios, el libro se vuelve una mirada a la industria porno desde dentro: salarios por relaciones y ganancias por cada hombre extra en una orgía, contratos de exclusividad, recomendaciones para mitigar el pánico escénico, riesgos financieros, maneras de exprimir lo mejor de un trabajo donde es posible laborar dos días al mes y obtener ingresos anuales por cerca de 100 mil dólares. Es en ese instante cuando Jenna Jameson advierte que incluso para ascender en la industria XXX no es necesario andar acostándose con cualquiera.  “No debes tener sexo con todos a fin de conseguir un trabajo consistente en tener sexo con algunos”, asevera en una frase memorable. El libro en algún punto se vuelve un tratado empresarial una vez que ha satisfecho su función de manual de autoayuda, y en conjunto resume la necesidad contemporánea de prosperar lo mismo en la oficina que en la alcoba.

      

Por último, quizás lo que constatan  obras como la de Jenna Jameson es que el triunfo está al alcance de cualquier oficio. Entre fábulas morales más o menos ciertas, del alcohólico rehabilitado a la desnudista de bares, el esfuerzo sostiene al mundo. Hay que hablar del trabajo y sus horas invertidas, pero sobre todo, hay que subrayar la mentalidad. La seguridad con que una chica de 21 años se planta frente al productor de la compañía porno Wicked Pictures, le propone un contrato de 6 mil dólares por película y ante la mirada inexpresiva de su oyente, remata: “Acabaré siendo una estrella con o sin Wicked Pictures, así que decidámoslo ya”. Eso es actitud.

 

 Jenna Jameson (con Neil Strauss). Cómo hacer el amor igual que una estrella del porno. (Incluye fotografías de la autora y sonetos de Shakespeare). Traducción de Martín Arias. Ediciones Martínez Roca, Madrid, 2005. 516 pp.   

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