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Cuentos con plumas

Cuentos con plumas

Hay hombres que no pueden dormir tranquilos desde que supieron lo que costó el vestido de la reina del Carnaval: 300 mil pesos. A ese precio, su penacho de 5 metros suponía por lo menos una catástrofe ecológica en el Amazonas. Rondan muchas preguntas alrededor de un atuendo confeccionado con tantas plumas, tanto dinero y tan pocos minutos de exhibición. ¿En verdad costó eso? Y de ser así, ¿dónde salió el dinero, cómo consiguieron las plumas?, ¿quién tiene más derecho de quedarse con el penacho: la reina o la Profepa? Y es comprensible: lo usual para los carnavales internacionales es insólito para una ciudad como Campeche. Las principales historias sobre cómo pudo confeccionarse el penacho a bajo costo son esencialmente tres:  

1. Una primera teoría apunta a que una embarcación zarpó de Puerto de Palos con  15 hombres rudos y provisiones para seis meses. El capitán, un tal Pedro Monteávila, había sido contratado por un biólogo barbudo de nombre Charles Folan, que buscaba recolectar pájaros a punto de extinguirse en la América Septentrional. El barco se llamaba “El Beatle”, por un error del ingeniero que quiso emular el célebre “Beagle” que usara Darwin para sus expediciones, pero que fue malinterpretado por el constructor, quien aparte era fanático del cuarteto de Liverpool.

El biólogo recogió todo tipo de aves, por lo tanto “olía a lo que debió oler el arca de Noé”, según cuenta el capitán en su bitácora de navegación. En dichas anotaciones puede leerse todo lo que se sabe de tan inusual viaje; sin embargo, algo sucedió que no especifican sus páginas. No se sabe si los hombres rudos quisieron comerse a una de las especies que ahí se encontraban o si al contrario fueron las especies palmípedas las que quisieron comerse a uno de los hombres rudos, pero lo único cierto es que una violenta pelea entre pájaros y  navegantes se desarrolló a bordo. ¿En qué acabó? Se ignora, porque lo único cierto es que el barco fue encontrado a la deriva, por un buque petrolero en las costas de Carmen.

En secreto, las autoridades de la Isla se comunicaron con las autoridades de la capital del estado, quienes preguntaron qué cosas había en la embarcación. Al hacer un recuento se descubrió que el barco estaba completamente vacío, a excepción de la bitácora del capitán y algunos restos de comida sin consumir. “Además tiene plumas por todos lados”, aseguró uno de los investigadores carmelitas; “muchas y de todos colores”. “¿Cuántas son para usted muchas plumas?”, preguntó el funcionario de la capital. Después de un rápido cálculo, el carmelita respondió: “Pues si se pudiera hacer un penacho con todas estas plumas, yo diría que nos ahorraríamos como 300 mil pesos para el Carnaval”.   

2. Otra teoría apunta a un cargamento que viajaba de Río de Janeiro a Nueva Orleáns, con catorce cajas de plumas que habían sido robadas de la Escuela de Samba de Carlinhos Mascarenhas. El periplo había recorrido toda América en trenes, avionetas y sobre las espaldas de algunos salvatruchas incautos. Se trataba de una de las operaciones más perfectamente trazadas de contrabando de plumas, desde los tiempos del gran Antonio Escobar (alias “El cóndor”). No obstante, traficantes del Cártel del Usumacinta habían interceptado la comunicación entre capos cariocas y estadounidenses y sabían que una avioneta pasaría por Candelaria proveniente de Guatemala (a donde había hecho una escala para recoger medio kilogramo de plumas de quetzal). Los ojos se les iluminaron a los integrantes del Cártel del Usumacinta, sobre todo porque no habían alcanzado a surtir plumas para al Carnaval de Veracruz y eso podría de un momento a otro tensar la relación con las familias poderosas del puerto (el año pasado, dichas familias habían asesinado a un centenar de aves de engorda pertenecientes al Cártel, como una forma de advertencia). La orden provino del mayor de los hermanos Gallo, que controlaba la región sur. Catorce sicarios dispararon sobre la aeronave al momento que planeaba sobre la frontera. La avioneta cayó en territorio nacional, donde fue saqueada. Los pilotos fueron amordazados y abandonados en la biosfera de Calakmul, sin más objetos de supervivencia que dos botellas de repelente.    

Los sicarios se comunicaron inmediatamente con el capo. “Es un tesoro, jefe. Llevamos cerca de seis paquetes de la blanca”, había dicho uno de los traficantes, al referirse a las plumas de cisne. Lo que no habían tomado en cuenta los contrabandistas era que el Gobierno Federal había implementado un operativo sorpresa en el estado y elementos de la PFP y del comité organizador del carnaval en Campeche los tenían perfectamente ubicados, ya que ellos también habían interceptado la comunicación entre los capos cariocas y estadounidenses. El decomiso se efectuó en la más absoluta discreción. Una parte fue enviada al gobierno de Veracruz para destensar las relaciones (su secretario de Gobierno había dicho al nuestro que no aceptarían de nuevo que filmaran películas sobre mayas en sus tierras) y otra se utilizó para confeccionar el traje de la reina del Carnaval. Algunos días después, como represalia cinco sicarios disfrazados de agricultores degollaron una decena de avestruces de una granja en Champotón.  

3. La teoría más paranoide habla de un sicótico de nombre Horacio Quiroga, a quien sus amigos de la terapia apodaban “El destilador de naranja”, nadie sabe por qué. Quiroga, inicialmente licenciado en Literatura, había enloquecido poco después de descubrir extremas similitudes de su vida con la vida del escritor uruguayo Horacio Quiroga (1878-1937). Ambos Horacios habían viajado a París, habían publicado un libro de poesía y habían disparado por error a su mejor amigo (aunque en el caso del sicótico había sido en una batalla de Gotcha). Poco después, el horror empezó a ser más escalofriante cuando de la vida pasó a vivir “la obra” de Horacio Quiroga: había tenido un desafortunado encuentro con un machete (como en aquel relato “El hombre muerto”) y había visto cómo unos niños degollaban una gallina (como en aquel cuento “La gallina degollada”). Para ese tiempo se había enamorado de una chica rubia llamada Alicia. Ella lo despreció para dedicarse a los negocios y Horacio prometió vengarse de su persona, de su éxito e incluso de sus clientes. Sacó el dinero que le quedaba (poco más de 500 mil pesos) y pensó en la mejor manera de efectuar el plan. En tanto, Alicia había hecho en tres meses un poderoso prestigio dedicándose a la venta de artículos para carnavales. Cuando creyó que era tiempo de hacer realidad su venganza, el sicótico estudió todas las obras de su yo pasado Horacio Quiroga para inspirarse. Leyó “Anaconda” y concibió la idea de mandarle a su antiguo amor una serpiente viva, pero, extrañamente, ninguna comparsa de ese año tenía motivos selváticos y no había forma de ocultar al reptil. También leyó “La miel silvestre” y  eso le impulsó a querer enviar aquella sustancia narcótica descrita en aquel cuento, pero no la consiguió. Finalmente, a punto de darse por vencido, en aquella noche de cansancio de tanto leer, llegó a un célebre relato: “El almohadón de plumas”. La emoción lo hizo secretar adrenalina. El método era terrorífico, perfecto y literariamente eficaz. A la mañana siguiente endulzó la voz al teléfono, fingió ser un reconocido empresario en el ramo y le dijo a Alicia que por única ocasión estaba vendiendo a mitad de precio un cargamento de plumas para penacho de reina. “Creo que podía ser una buena oportunidad para inflar sus facturas”, le dijo. Alicia hizo cuentas: el trato parecía ventajoso porque un diseñador campechano le había dicho que necesitaba cerca de 300 mil pesos en material para un penacho. Aceptó con la condición de probar la calidad de las plumas en su propia cabellera. Horacio mandó los paquetes con inusual rapidez y Alicia cerró el arreglo con el diseñador, a quien le envió el pedido dos días más tarde. La mujer murió repentinamente una semana después: su cuerpo fue encontrado delgado y ojeroso sobre un penacho que ella misma se había confeccionado. El diseñador pensó que aquel trágico suceso lo eximía de saldar los 200 mil pesos restantes.  

2 comentarios

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