Quien la ve cuando va heredando plaza
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En los últimos días, miles de maestros en todo el país se han inconformado con la Alianza por la Educación y en Campeche, particularmente con la asignación de plazas a través de concurso. El líder de la sección IV del SNTE, Mario Tun Santoyo, lo ha explicado de esta manera: “Existe un sentir de los compañeros maestros que habían realizado un proyecto de vida tal, de formar a sus hijos para continuar en la tradición familiar del magisterio”. Hasta ahora no veo por qué suprimiendo la herencia de plazas, “la tradición familiar del magisterio” podía verse afectada, a menos que esa “tradición” estuviera íntimamente ligada a que sus hijos iban a tener un trabajo seguro dando clases, aunque no quisieran, aunque no tuvieran vocación para ello.
El viernes en televisión, un grupo de docentes dijo que iba a llevar “hasta sus últimas consecuencias” su lucha por conservar la herencia de plazas. Los maestros reclamaban “un derecho laboral”, aunque en realidad se tratara de un abuso sindical. Oyéndolos hablar –peleando como si en realidad estuvieran oponiéndose al desalojo de un terreno invadido-, uno teme que la educación esté en manos de ellos. No es que uno pida caballeros ingleses con monóculo, o mujeres con apariencia de congresistas americanas, pero por lo menos uno quisiera ver a gente que habla de un modo razonable. O individuos para quienes las diferencias puedan dirimirse con más diálogos y menos bloqueos. Woody Allen lo concentró mejor que nadie en una frase: “No escuches a tus profesores, ve mejor cómo actúan”.
La Secud no ha querido ahondar en esto, pero los números arrojados en las pruebas Docentes en Servicio e Ingreso al Servicio Docente son preocupantes. En Campeche, concursaron mil 936 aspirantes y sólo 657 lo acreditaron. Pero lo más curioso es que de 435 docentes EN SERVICIO, 220 reprobaron. Es decir, estos últimos eran maestros que ya cumplían un trabajo y concursaban por tener otra plaza. Si en ésta salieron reprobados, ¿podríamos estar seguros de la legalidad con la que obtuvieron la primera?
Por años, la plaza ha sido la palabra mágica de este país. Concentra muchos derechos laborales, pero por ese mismo motivo parece someterse siempre a las más truculentas negociaciones. Una plaza no es un trabajo más: es EL trabajo. La vemos como la mujer inteligente y rica, que además tiene cuerpo de modelo, o en su defecto, el hombre musculoso, manipulable y millonario. Si llegan a nuestras vidas no hay que dejarlos ir o en todo caso hay que echar mano de las más bajas artimañas para obtenerlos y retenerlos hasta donde sea posible. Las plazas en la educación son tan pocas y brindan tanta seguridad que dan la impresión de ser una opción irrebatible. Como ciertos prospectos.
Pero esta historia de amor entre las plazas y el magisterio se ha visto amenazada con los exámenes de oposición. Muchos profesores campechanos, temiendo dejar en el desamparo a sus vástagos, han reclamado restituir la herencia de plazas, como dando a entender que sus hijos no podrían obtenerlas por sí mismos. Uno comprende su miedo: conocedores de cómo funcionan las cosas en este país, saben que ni la capacidad ni el talento sirven cuando se trata de llegar al servicio público. Que la educación y la burocracia en México se han hecho de amiguismos, chantajes y contratos injustificados.
La plaza abarca tantos privilegios que no puede estar al alcance de cualquiera ni ser obtenida por méritos propios. Los Olímpicos y las licitaciones no se cansan de enseñarnos que los mexicanos no estamos acostumbrados a competir. O por lo menos a demostrar de qué estamos hechos en unas condiciones equitativas y claras. Las sospechosas formas en que se asignan los recursos del erario echan por tierra cualquier ánimo de superación: los mejores llegan a pocos lados, a menos que recurran a su árbol genealógico o al anuario escolar. En México, “hacer méritos” es “hacer amigos”. En este país no hay mayor talento que la capacidad de intimar con la gente idónea.
Escudados en la lucha por el trabajo de sus agremiados, los sindicatos han cumplido su función de boicotear cualquier atisbo de competencia. Es la molestia que permea contra los exámenes de oposición. Una vez que un sindicato llegue a perder su capacidad de ofrecer privilegios, ¿servirá de algo?, ¿tendrán sus afiliados algún motivo para seguir pagando cuotas, asistir a soporíferas asambleas y organizar esas elecciones que nadie entiende, salvo cuando un compañero le lanza una silla a otro?
Por muchos años, la asignación de plazas en la educación ha significado el poder de un solo sindicato: el SNTE, cuya capacidad para poner a vendedoras de Avon a dar clases no ha hecho sino corroborar su influencia. El problema del magisterio es el mismo que el de Telmex (o cualquier otro monopolio): altos precios, mal servicio y demasiadas señoras con cara de experimento fallido fingiendo que escuchan tu queja.
Ahora lo justo sería aplicar el examen a TODOS los maestros para ver quién conserva su plaza y quién no. Pero me imagino, es algo que el SNTE no permitiría: tiene a demasiados afiliados necesitados de un empleo. En un país donde el derecho al trabajo de unos anula el derecho a la educación de otros, no hay matemáticas más elementales que ésta: 123 es mayor que 3. Lo más lamentable es que hablo de artículos constitucionales.
6 comentarios
Sandra de los Santos -
En Chiapas desde hace cuatro años se concursan las plazas y lo mismo sucedio cuando se implemento las plazas de oposición.
La falta de vocación del magisterio es en nuestros tiempos algo común. Entran a la Normal bajo la premisa que mientras no se olviden de respirar tendrán un trabajo seguro y uno puede pasar por alta la falta de vocación en algunos trabajos, aunque no debería de ser así, pero, en este trabajo la cosa es diferente a los maestros se les confía parte de la educación de nuestros hijos.
Hay muchas cosas que estuvieron muy mal en esta convocatoria como el permitirle a los docentes en servicio ya con una plaza concursar por otra porque se les está quitando la oportunidad a muchos jóvenes, talvez con vocación, de estar frente a grupo.
La Alianza por la Cálidad de la Educación tiene muchas cosas que criticar es un programa que no deja de ser demagojico y que lejos está de ayudar al rezago educativo en el país.
Un abrazo.
KurtC. -
Que bien! Más plazas ocupadas por maestros capaces de volarnos el cerebro.
Saludos!
Quijaditas -
Maestra calixta, muy interesante el comentario también. No podemos hacer como que no pasa nada con el problema de los sindicatos en México. Me gustó la forma de ambos de abordar el tema.
Eduardo Huchín -
Incluso en tu inconformidad sobre quiénes tienen más derecho a competir por una plaza subyace la idea de que la equidad no siempre es buena. Ya sea por antigüedad, por derecho o por comprobado conocimiento, propones que no todos compitan en las mismas condiciones. (Es ahí donde digo que no estamos acostumbrados a competir). Si la experiencia avala a un maestro, con eso ya lleva ventaja sobre los recién egresados. ¿Por qué aparte abogar por las restricciones?
Nunca he sido maestro, así que hablo apenas por todos los años en que he sido alumno.
Calixta -
El comentario es porque, como maestra yo estoy muy de acuerdo en que se realicen los examenes de oposición para adquirir plazas o para el incremento de horas; sin embargo, lo que me molesta dela "famosa" alianza es que no nos den prioridad a los que ya tenemos base dentro del magisterio; nos quieren poner a competir con los recien egresados lugares que nos corresponden por derecho, antiguedad y comprobado conocimiento. En otras palabras, si despues de comprobar que los que estamos como maestr@s frente a grupo no cumplimos con las capacidades necesarias para tal cargo, entonces sí, ofertar las plazas, antes no.
NO estoy de acuerdo que los grupos de expansión o de incremento natural sean ofertados a nuevo ingreso, cuando los que trabajan en la institución son quienes tienen mas derecho sobre esas horas debido a que gracias a su labor, esfuerzo o vaya a saber que otras habilidades, las instituciones estan creciendo en alumnos y son elegidas dentro de la demanda de escuelas públicas y privadas.
Lo que escribe a cerca de el peligro que representa para la calidad de la enseñanza el hecho de heredar plazas es muy razonable. La vocación para le enseñanza debería ser el punto de partida para evaluar a los maestros; yo no soy normalista, ni pedagoga, y por lo mismo creo que me esfuerzo al doble para preparar mi clase diaria de Español en la secundaria en que trabajo, y talvez por la misma razón me preocupa asistir a las academias y actualizaciones que se realizan. Adoro mi trabajo, me gusta mucho dar clases y creo que ningún otro empleo me daría las satisfacciones que durante tres años me ha dado el ser maestra de español.
Gracias por leerme.
Desde Chiapas...
Saludos.
XOXO
rodrigo solís -
Sospecho que en veinte años el nivel educativo en el Estado sería el mismo que ahora, y sí, muchos de esos niños retrasados mentales escalarían hasta ocupar escaños en la política.