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Tediósfera

La felicidad a dosis diarias

La felicidad a dosis diarias

El pasado viernes, cuatro individuos de lo peor celebramos un año de vida del blog “Pildorita de la felicidad”: Rodrigo Solís, Wilberth Herrera, JM y un servidor. De principio habría que agradecer a toda la gente que nos fue a ver y aguantó más de hora y media a cuatro tipos que no hacían otra cosa más que hablar (si fuéramos metrosexuales, cantantes de ópera pop y saqueáramos al erario a través de un concierto y no a través de una beca, las cosas hubieran sido distintas y no habría nada que agradecer) y también al Instituto de Cultura que estuvo a unas horas de cancelarnos el evento, porque no se habían mandado invitaciones a personalidades de la política y la literatura, que por otro lado, de seguro no iban a ir.

“Pildorita de la felicidad” es un blog (esto es, para los no entendidos, una página de internet: www.pildoritadelafelicidad.blogspot.com) que abriga colaboraciones de los cuatro individuos arriba mencionados. Creada por Rodrigo Solís, muestra caricaturas, artículos, videos comentados y se ha vuelto un espacio para que los lectores comenten sus impresiones, nos ataquen, digan que somos feos, nos amenacen y con frecuencia, acoten los textos publicados. Sin quererlo, el blog se volvió un espacio de debate, donde los desconocidos entre sí daban opiniones y no había posibilidad de censurar a nadie.

La historia de este blog tiene que ver con una historia de acoso textual. En un principio, esto es hace un par de años, Rodrigo Solís tomaba las direcciones de las cadenas de internet (ya saben, esos avisos de que Hotmail cerraba, las oraciones de los ángeles o las agobiantes presentaciones power point que te envían los amigos que no tienen nada que decirte) y las integraba a una base de datos. De ahí, escogía cada semana un artículo suyo para enviarlo a esas direcciones. Cientos, miles de personas, recibían correos de un desconocido. La mayoría los borraba, pero eran tan insistentes (y con ese nombre tan llamativo, “Pildorita de la felicidad”) que alguno picó el cebo de la curiosidad. Semana a semana, muchos empezaron a hacerse adictos.

De los correos, se pasó a la página de Internet, que ofrecía más posibilidades que la simple letra escrita. Era un blog personal, actualizado con una frecuencia inaudita para el mundo de la literatura: casi una colaboración diaria. Con el paso de los meses, el blog se fue volviendo un éxito entre los cibernautas. Hablaba de Campeche, de la televisión, del Youtube, diseccionaba películas rarísimas, se burlaba de la vida; en fin que ofrecía todo eso que uno quiere a mitad de sus horas laborales, metido en una computadora, a fin de aliviar el exceso de oficios y contabilidades aburridísimas.

Un buen día, Rodrigo Solís nos invitó a colaborar en su blog. Así sin restricciones. De esa manera yo subí artículos, JM tiras cómicas y Wilberth Herrera comenzó subiendo notas y acotando videos del Youtube (esa interminable enciclopedia del genio y la estupidez humanos). Se comentaban noticias, se criticaba la realidad. El blog fue volviendo, otra vez casi sin proponérselo, un punto de encuentro de puntos de vista, con frecuencia coincidentes, pero nunca el mismo.

La presentación del viernes fue un recorrido por el espíritu del blog. Intentamos de algún modo reproducir lo que de fascinante ofrece internet a quien escribe: la interacción entre imágenes y comentarios. Como bien ha señalado Hernán Casciari, los nuevos lectores necesitan otros alicientes. Siempre escondiéndose de la presencia del jefe, el lector actual requiere textos dinámicos, pero que al mismo tiempo no sean vacíos. Lecturas para las horas laborales, algo de oxígeno para tanto encierro.  Pero sin estupidez, por favor, que para eso están los televisores en las salas de espera.

Uno de los atractivos de la presentación es que sus invitados supieron del evento a través de Internet. No hubo tarjetas en los escritorios de los funcionarios, ni siquiera una inserción en los periódicos. Quienes asistieron atendieron a un correo electrónico o al aviso incluido en el mismo blog y no fueron pocos los que se disculparon por no poder ir, ya que nos leían de alguna parte de Latinoamérica. ¡Y aún así hubo gente que viajó para vernos! El que llegó a la sala “Hernán Loría”, fue un público en su mayoría de Internet, los lectores de la página, que igualmente dejaban con frecuencia comentarios. Ellos no nos conocían en persona ni nosotros a ellos. Fue una cita a ciegas con un alto riesgo de decepción para ambas partes. No hubo desencanto, en realidad fue como reconocer a un puñado de compañeros de generación.

El que nadie intentara asesinarnos en esa hora y media en que estuvimos a merced de los asistentes nos da un buen diagnóstico de la noche. Creo que parte de la sospechosa calma en que se desarrolló todo fue la presencia de una piñata de Don Perro, protagonista de la tira cómica estrella de Pildorita y el rey indiscutible del blog (hubo más gente fotografiándose con él que con nosotros). Les dimos a los lectores lo que ellos querían -a Don Perro- y ellos nos lo perdonaron todo.

La inusual asistencia a un evento cultural que tenía todo en contra (fue en la Casa de la Cultura; afuera, una centena de padres de familia y niños clausuraban con bailables y gritos los cursos de verano; coincidió con el tercer juego de Piratas y el concierto de Motel) evidenció los alcances de un medio (como el blog) para congregar lectores, por no decir lecturas. Es pues un aniversario que, a diferencia de los que celebran las personas con sus velas en el pastel, se debe más a la terquedad que a la inercia.  Pildorita, pues, quedó no como una revista virtual o como una bitácora personal que fue invadida un día por otros tres tipos. Quizás se ha convertido en eso que anima toda literatura: la posibilidad de conversar con desconocidos que de repente se han vuelto familiares.  El blog es una tertulia imposible de seguir por otros medios. Felicidades mejor a los lectores por aguantar la dosis diaria que les recetamos.

 

3 comentarios

Karol -

Son esas pequeñas dosis las que nos motivan a seguir leyendo mas, por eso el titulo es perfecto, a pesar de que no asistí desde el otro lado de la pantalla -y aunque con mucho retraso- les envio mis felicitaciones a los cuatro.

KurtC. -

Feliz feliz no cumpleaños, para tu, para tí! No, para el blog la pildorita.

Laura Trujillo -

Hoy mi querido Eduardo, te pusiste sentimental.
En realidad, todo lo que dices es cierto, yo asistí por la invitación que enviaron por internet. A diferencia, tengo la dicha haberlos conocido desde antes, y si nos tomamos fotos con Don Perro; que eso queríamos.
En fin, muchas felicidades a los cuatro y pues a seguir escribiendo.
Un saludo