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Tediósfera

¿Todos somos piratas?

¿Todos somos piratas?

Cada que quiero saber qué hay de nuevo en el séptimo arte voy al mercado “Pedro Sáinz de Baranda”. Los vendedores piratas no sólo tienen los últimos estrenos, sino incluso las películas que alguna vez oímos en las nominaciones al Oscar (aunque con algunas faltas ortográficas). Los piratas mantuvieron por más días No es lugar para débiles por ejemplo, poseen la española Rec y ya exhiben copias de La escafandra y la mariposa (esa maravilla francesa que de seguro nunca llegará a las marquesinas de nuestras únicas salas comerciales). Pero hay más: los piratas venden cintas subtituladas, mientras el cine me obliga a consumir pésimos doblajes.

Los piratas me despliegan un catálogo variado (de Tres lancheros muy picudos a 4 meses, 3 semanas, 2 días) y el cine mantiene en seis salas apenas cinco películas (y dos de ellas repetidas) y en las videos ni siquiera tienen Garganta profunda (los piratas sí, por fortuna). En fin que no se trata de una competencia desleal, porque en realidad las salas comerciales de cine ni los videoclubes tienen tantos materiales con qué competir.
 

¿Que es algo ilegal? Ni quien lo dude, las fotos de la AFI invadiendo mercados a fin de decomisar discos me hacen pensar en soldados norteamericanos llevando libertad a los pueblos oprimidos. Según la Asociación Protectora de Cine y Música México (APCM) la piratería causa pérdidas millonarias a sus compañías, aunque no me queda muy en clara la manera de calcular esos números. ¿Es a través de la caída en ventas, de las estimaciones en ganancias del comercio informal, o de lo que las compañías de entretenimiento habían soñado ganar y no ganaron (acá podría haber una clave)?

     

Lo que sí es un hecho es que sus estrategias para combatir la piratería son tan malas que –al contrario de lo que originalmente pretenden- dan ganas de consumir la primera película pirata que garantice en su portadilla “Este disco no contiene el anuncio de  ‘¿Qué le estás enseñando a tus hijos?’”. En lugar de abogar a la moralidad de las personas (No está bien comprar un examen; es incorrecto ver DVD’s piratas), las compañías deberían ofrecer mejores productos a sus consumidores. En la sospecha de que en el fondo son los propios consumidores quienes las llevan a la ruina (son gente sin consideración que baja música por Internet, comparte series y subtítulos, consigue libros por un tercio del precio), las compañías no gastan ni un centavo más en seducirlos. Una vez que las compañías de entretenimiento renuncian a luchar desde el libre mercado, claman la aplicación irrestricta de la ley.

Lo peor del caso es que la lucha antipiratería ha alcanzado extremos de paranoia. La guerra ya no sólo se limita contra quienes copian, compran y distribuyen películas o discos llevándose una ganancia de por medio, sino que ahora se dirige contra quienes sin fines de lucro ponen películas y series a disposición del público por Internet o quienes a través de redes P2P comparten música, cine y televisión. Es decir: los propios consumidores. Da la impresión que las compañías consideran “pirata” todo aquello que les produzca pérdidas (la copia, la exhibición pública o el Youtube) sin darse cuenta de los niveles de promoción que eso conlleva. Mientras gritan “¡Al ladrón, al ladrón!”, las compañías escamotean sus propios delitos: discos malísimos en los que sólo vale la pena una canción y películas por las que nadie daría más de 25 pesos.

Pero eso no es todo. Protegidas por la legalidad, las compañías también se dan el lujo de lanzar productos sin el mínimo respeto hacia quienes los compran. Hace meses, adquirí la segunda temporada de The Office, una de las mejores series de la televisión. Sólo hasta que puse el DVD en el reproductor descubrí que no tenía otras opciones más que el doblaje al español. La Universal, quien había sacado las dos primeras temporadas al mercado, no había querido pagar a un traductor que escribiera los diálogos al castellano y a un programador que sincronizara los subtítulos con la voz. Sin embargo, los capítulos y los subtítulos podían conseguirse gratuitamente en Internet, gracias a la generosidad de fans que traducían esos episodios y los convertían en archivos a fin de que cualquiera pudiera ver The Office en su idioma original (un placer inmejorable, dicho sea de paso). Es decir, los supuestos piratas (aquellos que intercambian música y otras formas de entretenimiento a través de la red) estaban ofreciendo un producto mucho mejor que las propias compañías legales.

¿Qué hace contra ello la Amprofon, esa asociación de música y videogramas en México que busca proteger según ella el derecho intelectual? Entre otras cosas, elabora argumentos como el siguiente: “Un arte que está siendo plagiado, duplicado y falsificado libremente, corre el riesgo de desaparecer”. Mentira, decir que de la supremacía de la industria depende la supervivencia del arte no sólo es el marketing más barato sino una auténtica manipulación de la verdad.  

¿Qué otra cosa hace la Amprofon para frenar las descargas por Internet? Difunde un artículo donde la cantante Myriam denuncia que su disco “Simplemente amigos” fue subido a la red antes del lanzamiento. Sobra decir que en el texto en cuestión, Myriam no se cansa de vilipendiar a todos aquellos que se aprovechan del trabajo de otros. ¿Y de qué iba su disco, por cierto? Ah, sí, era una compilación de los antiguos éxitos de Ana Gabriel.

Por último, ¿es verdad este argumento de la Amprofon contra la descarga gratuita por la red?: “Autores, compositores e intérpretes están en grave crisis, pues no cobran regalías por culpa de la piratería”. Por lo menos eso es lo que piensan cantantes y grupos como Reyli, Víctor García, Reik, Pambo, Nikki Clan, Kalimba, María José y auténticos genios como Imanol, quienes han emprendido una campaña para exhortar a los fans a denunciar sitios que comparten música o video por Internet.

     

Imanol

 
      

Danna Paola

 

  

¿Qué les dice a esos intérpretes alguien como Manu Chao? “Dejen de quejarse y pónganse a trabajar; si quieren dinero, salgan a la calle a dar conciertos” ¿Y qué opina de la piratería alguien como Joaquín Sabina, cuyos logros se deben más al talento y mucho menos a la industria, al contrario de los arriba mencionados? “Pero cómo voy yo a hablar mal de los piratas, si el barco pirata del pobre que vende mis discos piratas es una mierda comparado con el transatlántico de la multinacional que edita mis discos legales, ésos sí que me roban”. 

     

Si la piratería va a servir como una especie de selección natural que hundirá a la gente sin talento a través –paradójicamente- de su éxito, bienvenida.

10 comentarios

p -

Los argumentos del Amprofon son sospechosamente parecidos a los del negro de "Don't copy that floppy", aquél anuncio de los noventas donde te decían que si copiabas un jueguito en un diskette era cuestión de tiempo para que vieras el final de la era de la informática. Y ya vimos cómo terminó esa historia. (¿no será que la Amprofon contrató al negro de la chistera como asesor o vocero o vicepresidente o algo así?)

Con piratería o sin ella, el DVD de "Salò" editado por Criterion llegó a costar 250 dólares, simplemente porque como todos saben los DVDs de Criterion son unas joyas (yo tendría varios si los ESTÚPIDOS se dignaran a poner subtítulos en español... y he comprado uno que otro pese a la falta de subtítulos nada más por los documentales, entrevistas, comentarios, etc. que incluyen con cada película). (Ah, por cierto, van a sacar una nueva edición de "Salò", considérense avisados). Tampoco impidió que algunos pagáramos 100 dólares por una cajita de cartulina que adentro traía un triste DVD con un documental de Hermann Nitsch. El caso es que si algo te interesa de verdad vas a ver que haces para conseguirlo. Nadie va a pagar el precio completo del DVD de una película que no piensa ver más que una vez en toda la vida.

Daryl -

De nuevo estamos en la misma. Yo no me atrevería a comprar un disco de alguien "de moda" cuya unica cancion "pasable" me interesa y que se que al siguiente más lo voy a borrar de mi carpeta de música. Yo soy una fan de comprar peliculas originales pero me aturde que los titulos que quiero o no hay o son carisimos. Es obvio que las peliculas que he esperando ansiosamente en el cine no llegan, talvez porque no son tan comerciales, asi que no me queda mas que recurrir al internet, o sea la pirateria. Así fue como conseguí (o me consiguieron) la de Becoming Jane Austen (que jamás llego aquí en Cd. del Carmen).

rodrigo solís -

¿Te has fijado de la leyenda que aparece a la derecha de nuestro blog rosa, es decir, en Pildorita de la Felicidad?
Bueno, pues gracias a esa leyenda por primera vez en la historia me sentí orgulloso de un escrito mío, o sea, por lo menos a mi no me importó que la revista que pirateó un texto del blog me haya como el autor de un texto tuyo.
¡Arriba la piratería!
Por lo pronto, yo ya vi sus frutos.

JM. -

Poeta hoy te has superado, en serio. Buen artículo.

KurtC. -

Qué sería de varios grupos que nunca se hubieran dado a conocer sin la piratería??? Grupos auténticamente buenos, que tienen algo que ofrecer y que no hacen playback y música POPo.

Compartir es la solución además, si a alguien le gusta, ese alguien va a pasar la voz y ese a otro y la cadena se hace interminable. Y si algún día (ojalá se dejen venir mas artistas) vienen a nuestro rancho vamos a su concierto y pagamos por todos sus discos en una sola exhibición.
Sumado a esto, el artista ve nuestra sombra en la muchedumbre.

Laura Angélica -

Siempre se lo he dicho mi estimado Poeta, tan actual y atinado en sus escritos, muy buen tema, hay mucho de donde cortar, y la verdad que no cualquiera puede comprar un disco original, si no estuvieran tan caros nadie los clonaría, pues no valdría la pena. Saludos!

soel -

Definitivamente toy de acuerdo con Sabina cuando dice que los piratas "Hacen una labor de difusión cultural", ¿qué sería de nosotros sin la basta colección de películas de los piratas? Mi escasa cultura cinematográfica sería nula, francamente. Recuerdo que cuando vivía en Puebla había una tienda donde vendían piratería que era genial, las películas estaban hasta divididas por géneros, mejor que en videoclub (y más surtida he de admitir), cada que queríamos una película clásica o algo de cine de arte teníamos que ir ahí, porque en la video sólo tenían el último éxito de adam sandler.
Además sin el internet y todos esos abnegados traductores que ocupan su tiempo en traducir series, mangas y animes yo no podría alimentar mis vicios. Es más justo ahora termino mi post para irme al youtube a ver anime (¿por qué cerraron el stage6? ahí era tan feliz viendo anime, buaaaaaaaaaa), sólo espero que la afi no se entere, no vaya a ser que igual a mi me quieran atrapar por contribuir a la "piratería"
Nos vemos.
P.D. Por cierto si pueden vean toda la entrevista de Sabina, en forma ilegal por supuesto, es buenísima.

Calixta -

Muy de acuerdo con todos sus argumentos, bien expuestos; y con todas las ganas de rayarle al sistema judicial de nuestro país, he de decir que para ser pirata se necesita, al menos, un mínimo de creatividad y buena memoria (hay que ver cada portada y la facilidad para encontrar la película que queremos con sólo medio contarles de ella), características que padecen la mayoría de los que forman parte de dicho sistema. Bien por liberarme de mi culpa por andar "bajando de la red" música que sólo aquí pude encontrar. Excelente texto... ¿qué mas?
XOXO.}
P.D. jajajaja, por cierto, el comentario respecto a Miriam es buenísimo... jajajaja

Flor -

Le diste al clavo. Yo siempre he estado a favor de la piratería en todas sus manifestaciones - irónico si se considera que recién puse un leyenda en mi nueva página en la que prohibo por mis huesos reproducir los textos sin mi consentimiento... jaja :p vieja mamona. Decía, estoy a favor de la piratería porque me parece una especie de revolución blanca, un medida ideológica que trasciende porque manifiesta el hartazgo que muchos tenemos hacia tal "Industria del Entretenimiento", y no sólo a ella, sino a todo tipo de industria en general, textil, electrónica, etc.

Como mencionas, comenzaron a darnos gato por liebre, vinagre por vino, oropel por oro, y ahora que resienten los efectos apelan ridículamente a la "calidad moral" de las personas que consumimos productos piratas, cuando lo único que estamos haciendo es calificar esos productos de acuerdo a su valor real.

Por mi parte, aún teniendo la posibilidad de adquirir todo un disco por algún medio como Ares o Kazaa, si dicho material vale una inversión superior a un par de clicks, no dudo en realizarla. Lo mismo con las películas, tú sabes que tengo una privilegiada versión pirata de Luz Silenciosa, sin embargo sólo espero a que salga al mercado para adquirir la original.

Además, no entiendo cómo diablos pueden emprender una cruzada de este tipo si ellos mismos recurren a la piratería, o acaso Lindsay Lohan, Hillary Duff y Paris Hiltón no son una imitación de Britney Spears, quien a su vez fue en su tiempo una copia de Madonna? Imanol... jaja, pobre diablo, si gracias a los piratas logró vender dos copias.

La conclusión es simple, los buenos artistas, así como los buenos productos y marcas, seguiran vendiendo mientras mantengan esa honestidad artística que los caracteriza.

karina -

Sé que éste no es el gran comentario, pero escribes muy bien y tan claro que decir algo más es repetir tus ideas; la cuestión es que estoy totalmente de acuerdo contigo.
Llevo analizando el sector informal desde hace tiempo y por ahí me encontré hará como un par de años o menos, un reporte de que esos nefastos comerciales antipiratería estaban resultando "tan exitosos" en México, que varios países latinoamericanos estaban tratando de conseguir los derechos para seguir estrategias similares en el combate a la piratería... En fin.

Saludos