Vive sin libros
¿Puede a estas alturas alguien creer que leer es bueno? Supone cambios drásticos en el humor, tiempo desperdiciado sin trabajar, experiencia de desdoblamiento, latidos del corazón elevados, insomnio, gastos superfluos, menos espacio en la casa. En fin que se trata de un vicio al que es difícil de mantener y que produce maridos que llegan a casa borrachos de Moby Dick o Vargas Llosa y se vuelven entes insoportables, dicen sus pobres esposas, e individuos violentos capaces de hablar del capitán Ahab por hora y media mientras la mujer les dice, en el rincón y hecha un mar de lágrimas: “¡Ismael, por favor, ya no más!”
Con tristeza puede verse a jóvenes evadir la realidad mientras leen un libro tras otro y luego caminar por las aceras a altas velocidades, embriagados de Cortázar y vomitando conejos en las esquinas. ¡Pobres muchachos los nuestros, terrible época en que les ha tocado vivir donde se publica un libro cada medio minuto y donde es posible bajar novelas por internet, invento del demonio que ha puesto ésa y otras depravaciones al alcance de cualquiera!
Lamentable cáncer la literatura. Preparatorianos talentosos, futuros ingenieros en sistemas, posibles administradores de empresas, que un día descubren el espejismo de los libros y deciden estudiar Letras o volverse poetas. Con los años, los observo mendigando en las redacciones de los periódicos: “Me da una errata que corregir, por el amor de Dios”.
De los libros no se salvan ni siquiera los ricos. Bibliotecas enormes en casas sirven de escenario para que bibliómanos cuarentones lleven a sus invitados a probar ediciones reposadas (“¡Ah, un Nabokov de 1955!”, “Qué delicia, esta primera edición de Cien años de soledad!”), como si el sabor fuera diferente sólo por la fecha de publicación. ¡Ilusos! Han creado una cultura de la esquisitez (“Un Borges siempre combinará mejor con un Bioy, nunca se te ocurra leerlo al alimón con Roberto Artl, porque caramba no es de gente decente”), sin darse cuenta que sólo lo hacen por la embriaguez, por experimentar ese vértigo de las palabras agolpándose unas tras otras, por los personajes entrañables, por las frases perfectas.
He visto a la mejores mentes de mi generación desechas por los libros inútiles, por una poesía que no sirve para nada, malgastadas en ensayos que no dan puntos para el currículo. Y es que el problema, hemos de reconocerlo, no es el consumo en sí sino la inmoderación. Los médicos siempre han recomendado una bibliografía saludable para la vida: un poco de queso robado y búhos que no ululan, el manual del IETU o Soy mujer, soy invencible y ¡estoy exhausta! Pero los viciosos no saben contenerse, no saben seguir regímenes. Una mañana despiertan con antojo de Pérez Reverte, a la mañana siguiente han dejado todo por los guiones de Woody Allen. Saltan de un género a otro, cruzan siglos enteros y países en apenas una semana, sin detenerse en la pírámide alimenticia que nos recomienda: abténgase de la ciencia ficción, eleve su contenido de columnas políticas. Los viciosos nunca cuentan el número de páginas que consumen para decir: “Ya basta, ha sido suficiente”. Después de atragantarse 6 aventuras de Wooster y Jeeves, sienten culpa y la única forma de quitarse ese sentimiento, ¡vaya condena!, es seguir leyendo.
La literatura deja marcas, qué duda cabe. Abdómenes prominentes, traseros planos, una vista gastada por las páginas. ¿Qué le estamos haciendo a nuestro cuerpo?, y peor áun, ¿por qué dañamos nuestra mente con esa información innecesaria? Millones de personas han demostrado que se puede vivir sin Pessoa o sin Octavio Paz, que se es feliz sin una página siquiera del Quijote. Pero los consumidores de libros son seres derrotados, distraídos, perdidos. La literatura crea individuos incapaces de saber dónde están las llaves del carro, pero prestos a citar a Umberto Eco, cada que un acompañante dice por casualidad la palabra “monasterio”.
Cuidemos a nuestros adolescentes. Videos clandestinos en Youtube han dado cuenta de alumnos grabados mientras leían Un mundo feliz. Ha sido un escándalo mayúsculo, sobre todo cuando uno de los estudiantes, sin dejar de reírse como un tonto, habló de la euforia que le provocaba Ibargüengoitia. Ha sido uno de los casos más bochornosos que me ha tocado presenciar. El director del plantel tuvo que salir a desmentirlo todo, a fin de que ningún padre de familia creyera que ahí -en un instituto tecnológico- se estaba propiciando el consumo de novelas.
Pero el asunto no puede acabar ahí, en una mera anécdota. Se sabe de jóvenes que llevan a la escuela libros QUE NO pertenecen a ninguna asignatura y que a escondidas ojean durante los recreos, mientras sus compañeros –sin duda, los más sanos y quienes a fin de cuentas sacarán adelante a este país- practican el deporte o flirtean con las chicas. La Asociación Estatal de Padres de Familia ha pedido a las autoridades aplicar la “Operación Mochila” a fin de decomisar cualquier libro que no haya sido pedido por los profesores. Y se trata de algo que es urgente extender a otros colegios, para cumplir uno de los objetivos centrales de este Gobierno: trabajar para que la literatura no llegue a tus hijos.
Por otra parte, estudios han demostrado que autores que consideramos inofensivos como Stephen King o J. K. Rowling sirven de puerta de entrada a otros novelistas mucho más fuertes y adictivos. Que si como padres descubrimos Harry Potter en el cuarto de los chicos y lo dejamos pasar por alto, somos responsables de que en un futuro, el muchacho termine en las garras paranoicas de Phillip Dick o viajando en las ciudades invisibles de Italo Calvino. No permitamos eso, por favor, señores, vigilemos lo que entra en nuestras casas y que, les aseguro, aunque para sus hijos sea “mero entretenimiento” es algo mucho más peligroso que eso.
Finalmente debemos exigir a nuestras autoridades combatir el tráfico de libros, la compraventa de segunda mano, los préstamos, los robos de las bibliotecas, las adaptaciones cinematográficas, las reseñas elogiosas en los periódicos, incluso hasta los blogs y promover en cambio las presentaciones de poemarios locales, los talleres literarios, las premiaciones de Juegos Florales, las tesis, los simposios y todas esas prácticas que ¡gracias a Dios! nos han ayudado a mantener a raya la adicción de nuestras juventudes a la literatura.
¡Por un México libre de libros!
Para los incorregibles comentadores de este blog: Rodrigo, Pepe, Daryl, KurtC, Soel, Giggles, Wil y las dos Lauras
21 comentarios
wilberth -
Luz Sepúlveda -
Laura Angélica -
wilberth herrera -
Un saludo, no te felicito por el artículo, porque no soy un rey ni presidente para hacerlo. Ni te digo lo excelente que está,porque siempre es así y eso fastidia ¿no? mejor te digo que estuvo medio bueno y eso sí que es diferente.
Un abrazo, capo.
Giggles -
Aquí nuevamente halagando* su trabajo le digo que el grado continuo de a lo que yo considero sarcasmo manejado en el texto "Vive sin libros", me ha sido del todo agradable.
Gracias por compartir y comunicarse conmigo (y muchos más) a través de tan buenos textos.
*En realidad yo no lo halago, simplemente reconosco su talento.
Laura Trujillo -
Bueno, ahora muchísimas gracias por la dedicatoria de este artículo, mi ego ha superado niveles.
He de confensar, que me tocaron unos padres muy malos, desconsiderados y tirados a la perdición. Desde muy pequeña fue arrastrada a este terrible vicio, he intentado mantenerlo oculto de los demás pero me resulta a veces dificil.
Mi casa es un lugar donde es común verlos y ya no se me hace la vida sin ellos, he pasado muchos momentos de tensión a causa de esta adicción que cada día se hace más fuerte.
Pido, es más suplico que por favor alguien me ayuda a encontrar el buen camino para salvar mi alma. Necesito rehabilitación.
Un saludo a todos y propongo formar un grupo: Bibliómanos Anónimos A.C.
Leticia Carrera -
Cuídate y espero estes muy bien...
la loca colega infantilera tuya, Leticia
Calixta -
Acúsome de ser "gabista" y mas... de leer todo lo que se cruce por mi camino, de preferir ser llamada "raton de biblioteca" antes de "buena onda" o "sexy"...
¡¿Qué he hecho?!...
Excelente post... deberé dejar el link como "al descuido" para que entienda mi esposo la necesidad que siento por tener entre mis manos algo que leer diariamente y a todas horas... y como buena Eva, comparto la manzana con él...XOXO
Karol -
Excelente articulo Eduardo...
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Daryl -
Soel -
Lo único malo del evento es que no había nuevas generaciones a las cuales ahuyentar de esta perniciosa adicción, en realidad creo que yo era la más joven (que ya es mucho decir, jajajaja), el pública era en su mayoría señoras de edad que tienen tan poco que hacer que han creado la mitad de los patronatos y fundaciones de esta ciudad que se preocupan por las causas nobles (entre ellas la cultura).
Desafortunadamente yo ya no tengo remedio, así que ni siquiera el evento me podrá rescatar de las garras de los libros, tendré que ir a comprarme otro librero.
P.D. Por cierto gracias por la dedicatoria, aunque no si merecerla, aun me faltan muchos comentarios para alcanzar a tus lectores asiduos
Daryl -
Sinceramente he tratado por todos los medios de dejar este vicio pero a veces es más fuerte cada día. Lo había estado ocultando con la compra de libros de cocina, ahora que nos casamos, pero creo que ya no podré ocultarlo más. Evité la caza de libros gracias a que le prometí un flan napolitano y otros platillos para esta semana. No se cuanto tiempo pueda durar asi... ¡y gracias a ti!.
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Muchas gracias por la dedicatoria. :D ¡que gran honor!
Soel -
A mi no me tocó la operación mochila, pero si las miradas asesinas y recriminatorias cada que aparezco en casa con un libro nuevo, he optado por esconderlos dentro de mi mochila antes de llegar, jajaja. Mi madre se queja diciendo que en lugar de comprar libros debería invertir en ropa, que ya me hace falta.
rodrigo solís -
P.D. Si tienes suerte, incluso el protagonista de estas historias (que es asiduo lector del blog) podrá relatarte las historias. Desde luego, bajo un seudónimo. Los Iluminati (poderosa secta religiosa) podría pillarle en la maroma.
Luis José -
brito -
Por eso normalmente no me atrevo a leer, viva RBD!!! xD
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En fin, creo que el gobierno de México tiene muy poco de qué preocuparse. Por cada adicto como los que describes hay veinte o treinta "poseurs" (me incluyo, cómo de que no: pregúntame cuánto tardé en terminar "Cuna de gato" -con todo y lo divertida y buena que está), así que la inmensa mayoría de los que parecen en realidad no son.
KurtC. -
Wooow me gustó bastante el post, y estoy muy de acuerdo: "FUERA A LOS LIBROS" no puede ser que con eso esté perdiendo mi tiempo, puedes creer!!! estoy leyendo Rayuela!!! me doy asco...
Exijo al gobierno que haga campaña y quema de libros y me pongan mas programas como RBD, así si me cultivaré en moda, "rock" y buena onda.
Saludos hasta Campeche!!!
c0o1 -
Tristemente no estoy ni de un lado ni del otro. Pero al parecer poco a poco me estoy embriagando de letras sin poder mirar hacia atrás.
¡Saludos!