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Tediósfera

Fueron a Cancún y sólo este pinche artículo trajeron

Fueron a Cancún y sólo este pinche artículo trajeron

Para Miguel García y Fernando Manzanilla 

Enviado sin gastos pagados a cubrir el spring break de Cancún, este servidor junto con dos arriesgados investigadores (un psicólogo interesado en el choque de culturas en época vacacional y un publicista experto en mensajes subliminales) tuvo a bien comprobar que ciertas afirmaciones que tratan de la migración masiva de rubias en nuestras playas son parcialmente erróneas. Sin embargo, aunque esas mentiras (promovidas principalmente por los animadores y los bármanes de los hoteles) gozan de una ciega devoción por parte de los turistas nacionales, me permito echar un poco de luz sobre su autenticidad:

 

1. “En la noche, el único idioma es el tacto.” Efectivamente. Con treinta planter’s punchs encima, la única forma que tienes de conocer el mundo es a través de tus manos, lo que no significa que todas las turistas acepten ser tu cuaderno braille. 

 

2. “A las gringas les gustan los morenitos y chaparritos.” Pero únicamente por las fotos: ya sea que uno esté detrás de la lente (motivo pragmático) o delante del flash (motivo etnográfico). Se entiende: el paraíso que les venden las agencias de viajes a los estadounidenses incluye por lo menos a tres de nuestros paisanos bajo una palmera.

 

3. “Cancún es como Sodoma, sólo que en lugar del Mar Muerto tiene de cerca al Mar Caribe.” Nada más que sea por el calor infernal (debido a un inservible aire acondicionado Carrier en tu cuarto de turista mexicano) y porque después de salir de las aguas, uno termina con tanta sal en la piel como la mujer de Lot.

 

4. “Ya entradas en ambiente, las norteamericanas no te discriminan.” Si eres negro, alto, tienes el cráneo rapado, una camisa ancha de jugador de básquetbol y aparte te pareces a 50 Cent, probablemente no te discriminen.

 

5. “En la disco, tú nada más aflojas el cuerpo y ellas solitas se pegan a ti.” Teniendo en cuenta la ley física que dicta que dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo, podemos comprender la mecánica de la fricción en las superpobladas discos del spring break.

 

6. “Al intentar flirtear con dos o tres gringas uno termina aprendiendo inglés.” Mentira: no alcanzarás ni tu peso en puntos del TOEFL con ese sistema. La única manera de aprender inglés en Cancún es leyendo el Nuevo Testamento bilingüe que dejan los Gedeones en los cuartos de todos los hoteles; por lo cual uno acaba respondiendo a cualquier pregunta: “¡Blessed are the poor of spirit!”

 

7. “Las Discotecas de Cancún: buena música, buen ambiente y cientos de rubias, ¿Qué más quieres en la vida?” Esta falacia, que es aceptada de forma casi automática por los vacacionistas, requiere de una revisión más detallada.

a) La música: En realidad no es tan buena. El hip hop (que hace bailar a los extranjeros como si quisieran librarse de una trampa de pegamento) te conduce fácilmente de la desconfianza al hartazgo. Después de escuchar veinticinco veces la misma canción de Missy Eliot, empiezas a extrañar “Pásame la botella”.

b) El ambiente: Es tan poco incluyente que lo mismo da que lo veas por televisión. Al fin de cuentas, lo que demuestra el spring break y los programas como Wild On es que los norteamericanos pueden divertirse en cualquier lado, siempre y cuando conviertan ese lugar en un pedazo de Estados Unidos.

c) Las mujeres: ¡Ah, sí: las magníficas chicas cuyas fotografías te llegan siempre al correo electrónico! Pero, ¡cuidado! no todas parecen salidas de una Teen Movie. Muchas cumplen el estereotipo de lo que mis compañeros y yo hemos denominado “Burger Queen”: cara de reina, cuerpo de hamburguesa.

 

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