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Tediósfera

¡Por mi madre, blogueros!

¡Por mi madre, blogueros!

Monumento a las madres de seis dedos en Palizada, Campeche

Mi mamá tiene una gran virtud: sabe distinguir al culpable de la película desde el primer vistazo. Pero también tiene un gran defecto: no tiene empacho en hacérnoslo saber a quienes estamos a su lado. Todo misterio, todo atisbo de suspenso, se derrumba en la escena más trivial, digamos la de dos tipos desayunando. Ver una película con mi mamá es como tratarle de contar un cuento policíaco al padre Brown. La tentativa está destinada al fracaso.

Así son nuestras madres. La línea que separa lo que amamos de ellas de lo que nos saca de quicio puede ser sumamente delgada. Así han de pensar ellas: que aquello que les causaba gracia de cuando éramos niños es lo más odioso ahora que tenemos treinta años.

Hoy es Día de las Madres, una de las celebraciones más estresantes del año, porque nadie sabe a ciencia cierta qué regalar. Todo electrodoméstico parece remitir la idea de esclavitud, toda tarjeta es convencional, todo vestido tiene el riesgo de quedar enorme, las flores ni pensarlo -son el último recurso-, una foto familiar es tan complicada. Y cada año que pasa es más difícil. A los cinco, las huellas de unas manos sobre la cartulina son suficientes, a los seis una canción bien aprendida la hace llorar (un niño medio pronunciando “Tú eres la tristeza de mis ojos” pone fácilmente a lagrimar a todo un auditorio). ¿Qué hacer a los 23 años, a los 34, cuando hemos perdido toda inocencia, los kilos han ganado la batalla y somos incapaces de darle a nuestras madres siquiera un nieto que haga las gracias por nosotros?

El amor maternal ha poblado al mundo, es verdad, pero también es culpable de que existan canciones como “Señora, señora” o frases tan vergonzosas como la que Manuel Acuña le escribe a su amada Rosario: “Y en medio de nosotros, mi madre como un Dios”.  Desde Edipo Rey sabemos que la relación madre-hijo puede dilapidar a una relación de pareja o viceversa. Baste saber que el otrora rey de Tebas terminó sin ojos y desterrado; lo cual puede leerse como una metáfora del matrimonio o de las consecuencias de pensar en la madre y la esposa como la misma persona. Con los siglos sobrevive la idea, pero cambian los protagonistas: para la época actual, nada como el rompimiento y la reconciliación de Cristian y Verónica Castro para representar el drama familiar que prosigue a una boda. “¿Ves? Una mujer que separa a una madre y a su hijo no puede ser sino una perra”, oí que le dijo una señora a otra en el puesto de revistas. “Una así me hace falta”, respondió entre dientes la vendedora.
El imaginario mexicano ha desarrollado la idea de la maternidad apegada a la resignación, la lucha y con frecuencia, el perdón. Los Tigres del Norte hablan de hijos que son “malos, pobres y perdidos” y que dejan a sus madres por mujeres que más tarde los traicionarán. Después del solo de acordeón, dichos vástagos vuelven a brazos de sus progenitoras porque “sólo ella los comprende”. La música vernácula ha sido eficaz para pretextar a hijos borrachos que demuestran su amor a destiempo y peor que eso, a deshoras. Las vecinas que reclaman cada que pones el estéreo a todo volumen son las mismas que exigen los decibeles de un concierto de Metallica cuando su prole les lleva serenata. 

¿Y qué dicen las mujeres al respecto? Denise de Kalafe habla de las madres como si encabezaran una tribu: “guerrera invencible”, “luchadora incansable”, “que peleaste con uñas y dientes, valiente en su casa y en cualquier lugar”. Aquellas que lagriman con “Señora, señora” aman el prototipo de la mujer que lidia con el mundo a fin de sacar adelante a su familia. Loable imagen, sin duda alguna, pero no del todo favorable para los demás, pues como bien han demostrado las dirigentes sindicales, las líderes de colonias y el sector femenino de los partidos políticos, combatir por los hijos no excluye joderse al resto del mundo.

Y es que la relación de las hijas con las madres lleva a otras reflexiones. En las telenovelas mexicanas dos mujeres se odian a muerte hasta que descubren una semana antes del desenlace que son madre e hija. Al contrario de Edipo Rey, el melodrama mexicano deja un buen sabor de boca a sus millones de televidentes: el sólo vínculo -y las miles de lágrimas derramadas por dos actrices que se piden perdón- sirve para redimir los 364 capítulos anteriores, lo cual también puede servir como metáfora del 10 de mayo, uno de los pocos días en que dos mujeres experimentan la felicidad del parentesco.

“Nada tan hermoso como la madre propia; nada tan terrible como la madre ajena”, dice un amigo, a quien siempre le tocar viajar en el avión junto a mujeres jóvenes que no sueltan a sus bebés. Y es que hay momentos en que imposible no pensar que las madres se exceden en sus funciones: en el cine universitario (donde no puedes entender el acento de Daniel Day Lewis, porque un párvulo llora detrás de ti), en la salida del colegio (con el tráfico detenido desde hace media hora), en la entrega de calificaciones (mientras una señora cuestiona un raspón en el codo de su hija), en el recado telefónico incompleto (“Te llamó tu amiga la del nombre raro, Romira… no, Artemisa… tampoco”), frente a la pira de cómics incinerados (la saga de Spiderman que nunca más conseguirás), delante del médico o el sacerdote (“Y no toma las pastillas que le recetó”, “Y tiene ya un mes sin ir a misa”), en los tiempos muertos de la maestría (demasiados detalles anatómicos para narrar un parto), entregando tu currículo en todos lados (con la consecuente llamada de tres sitios distintos de presentarte a trabajar al día siguiente).  

Así es. Finalmente mi madre tiene otra gran virtud y otro gran defecto: siempre se las ingenia para leerme.

 

 

 

11 comentarios

p -

Muy buen escrito, Eduardo, pero la verdad ahorita todo lo de mamás me deprime un mucho. La mía tiene el superpoder de entrar al cuarto en la escena de sexo de cualquier película. Puedes estar viendo "El mago de Oz" y si mi mamá entra al cuarto Judy Garland muestra mínimo una chichi.
A tu mamá tenemos que agradecerle habernos regalado un excelente escritor y un amigo en tí, así que felicítala con dos semanas de retraso (no tenía Internet. No te pude leer a tiempo).

Laura Trujillo -

Wilt: ¿Qué indirecta? no entiendo, no conozco a Laura, ni la más remota idea de quién sea.
Jajaja, ya por favor, deja de quemarnos jajaja, no te creas mi queridisimo.
Rodriga Solis!! jajaja, genial.
Saludos a todos.

wilberth herrera -

Uyyy, Laurita trujillo, ese tip de Laura es como una indirecta, tomala para bien o para mal.
Bueno, me tardé en comentar, pero estoy aquí, com canta la paulina (Pinche rodriga, ya me pego la putería). En definitiva, las distinciones sobre la madre son muy buenas. De hecho, creo que la obcervación se da en las mujeres, cuando son madres, antes de ese suceso, la observación sólo se remite a los actos que afecten a la individuo.
En definitiva, la madre es un personaje que cobró importancia (aguas, no estoy diciendo que no lo tuvo antes, sino que se empiza a eregir)dentro de los estratagemas de una sociedad.
"Mi madre es una santa" esa frase me choca y me repudia. No es una santa, ni mucho menos tiene las características de una, tendrá los atisbos religiosos por su misma fe en la iglesia, pero de ninguna manera les corresponde. Conosco a personas que extrapolan ese fanatismo, y mientras se dicen rebaño predilecto del señor, con la izquierda hacen cada barbaridad. O las mismas madres, que no tienen un reparo en ejemplificar lo peor para sus retoños.
En resumen. Señora de Huchín, su hijo es un mentiroso. Y no merece que le haga sus mejores platillos.
Bueno, algunos de ellos, porque en general , hace muy buenos artículos.
Un saludo, poeta.

KurtC. -

Tu madre te va a lavar la boca con jabón. Aunque no dices falsedades.
Que gran texto y reí como loco...como loco griego.

Saludos!!!

Karol -

Poco tiempo después que nacio mi bebe empece a sentir mas simpatia por mi mamá, tanto que suelo recordar las horas que pasabamos discutiendo, aunque aun no termino de coincidir en algunas cosas con ella, cada vez (terriblemente cierto y todavia tengo la esperanza que no incluya el peso) nos parecemos mas...lo mejor es que se ha convertido en mi mejor amiga

Me gusto tu dedicatoria Eduardo...

Laura -

Y para no desentonar con las anteriores comentadoras (Rodriga, Karina, Calixta, Daryl y Laura)
Yo al igual que Calixta cada vez me parezco más a mi madre, ella también se preocupa por las
Calorías, etc, Un tip Poeta si sabe cocinar, cocine para su mamá es un buen detalle.

rodriga solisa -

Hoy sí que hiciste las delicias de las mujeres, querida.

P.D. Buenísimo, perdón, buenísima.

Daryl -

Excelente artículo Eduardo... fijate que mi madre es una mujer diferente a mi: le gusta vestir a la moda, tiene como 40 pares de zapatos, va mucho al salón de belleza y siempre está a dieta. Obviamente soy bastante desarreglada a lado suyo. Mi mayor sufrimiento es cuando vamos a comer juntas, ella siempre pide una ensalada y yo quiero pedir una hamburguesa o pizza. Siempre está detrás mío para que no suba de peso y que me arregle más a la moda. Mi madre no le tiene miedo a nada, ni a los ratones ni a los muertos ni a los taxistas. Sabe planear un machete con su mano y llorar con una película romántica. Mi mamá es todo un caso pero es una gran madre. :D ¡Felicidades a todas las mamacitas!

calixta -

Bueno... yo lo veo desde dos ángulos poque soy madre y por que tengo una... Primero, mi madre es... como llamarlo... no sé... se me ocurren muchos calificativos pero ni juntandolos la terminarian de describir... la amo... con todo mi corazón y estoy agradecida por muchas cosas con ella, pero, esta mal que lo diga, siempre quize No parecerme a ella como madre... Segundo... soy una madre TAN PARECIDA A ELLA!!! que hasta nme doy miedo...
Qué le vamos a hacer...
Y cierto, nunca he podido regalarle algo que la complazca al 100% desde la ultima vez que le dedique una poesía... y talvez mi hijo nunca me va a dar mas que la poesia de este año...

karina -

El otro día mi hermano y yo hablábamos justo de eso, y el tino que tienen las mamás para adivinar hasta las cosas que no deben. Le decía que es eso de que tienen ojos en la espalda o algo así. Él destacaba también su "poder sobrenatural" para rematar todas las frases, algo así como "y si te dice que el cielo es rosa, a ver cómo le hace pero el cielo se pone rosa, nomás para usar su consabido TE LO DIJE".
Pero eso es parte de su encanto :)

Laura Trujillo -

¿Qué te puedo decir? El final, fue lo mejor... esperáte a ver que dice tu madre cuando te lea.
En realidad asi es esto, una fecha algo complicada, donde los comerciantes aprovechan para sangrarte en tu economía y hacerle un regalito a tu madre; en que cada año que pasa y mas grande estás mas complicada se vuelve la tarea de regalar algo a tu madre.
¿Qué haríamos sin ellas? Coincido contigo en que es muy delgada la línea que divide lo que amamos de ellas y lo que muchas veces nos saca de quicio (espero mi madre no lea esto), pero no nos queda de otra que quererlas.
Gracias Eduardo, por tus textos. Un beso