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Tediósfera

Sólo para mayores de 18 años (de residencia)

Sólo para mayores de 18 años (de residencia)

La ciudad de Campeche es una de las cosas más hermosas de este mundo, sobre todo cuando hay decenas de obreros haciendo que parezca Cuba. Entonces no se asemeja ni a Cuba ni a Campeche sino al set de “Resident Evil 3”.
Cualquiera diría que entre la locación de “El Argentino”, la Cápsula del Tiempo y las baches por lluvias no habría nada más que afectara la paz de los campechanos. ¡Error! Vaya que sí lo hubo; el atentado se dio esta semana y se dio a nivel literario.  Se llamó revista Tierra Adentro, número 148. Si no la conoce, si nunca ha oído hablar de ella, usted es parte del 99.99 por ciento de la población que no la va a tener.
El lunes fui a comprar una de esas revistas porque ahí aparece un artículo mío dedicado a Los Simpson. Cuando llegué a la librería y pregunté por la publicación, la encargada me respondió en voz baja:
“Pero no lo digas tan fuerte”.
“¿Por qué?”, pregunté. En el fondo me sentí como en la adolescencia, adquiriendo mi primera Playboy.
“Porque sale un texto llamado ‘Claves para nunca visitar Campeche’”, me dijo la vendedora mientras sacaba del anaquel la mencionada revista, que había sido escondida detrás de unas publicaciones de desnudos artísticos.
“¿Y qué tal?”, proseguí. Por supuesto que conocía el texto de Rodrigo Solís que hablaba sobre Campeche, pero quería saber por qué tanto misterio para comprar un ejemplar.
“Pues el texto, normal… pero parece que mucha gente se enojó. Les pareció un insulto. Hubo hasta un reclamo gubernamental a Tierra Adentro y toda la cosa. Creo que hasta quieren linchar al autor”.
“¿Cómo, tanto así?”
“Sí, de hecho, hace rato vino el tal Rodrigo, mirando para todos lados, con la barba crecida y lentes negros. Ah, y una playera del Teletón, dizque para que los francotiradores titubearan antes de disparar”.
“Tremendo”, comenté conmocionado. “Pero hasta donde sé, Tierra Adentro no la lee nadie, ¿cómo se pudo haber dispersado el escándalo tan rápido?”.
“Ja”, rió como si me hablara de una obviedad, “con lo del escándalo, se ha vendido como nunca. Muchos jóvenes vienen, entran rápido, miran los libros por encima, ojean unas cuantas revistas del anaquel, están un rato por el área infantil y cuando sienten que nadie los mira nos preguntan por la Tierra Adentro. ‘El número sobre Campeche’, nos especifican engrosando la voz”.
“Sí, lo entiendo, no vaya a ser que se lleven la revista anterior, donde sale José Emilio Pacheco”.
“Jaja, de hecho eso sucedió. Llegó un tipo que estaba tan nervioso que agarró el primer Tierra Adentro del anaquel sin darse cuenta que era otro número”. “¿Cómo sabes que no quería leer sobre José Emilio Pacheco?”
“Nadie que lea a José Emilio Pacheco tiene tantas manchas de sudor sobre la camisa”.
“Ah, ya. Pero no entiendo”, quise reflexionar, “¿cuál es el motivo de indignación?”
“Hasta donde sé, creo que el autor nació en Yucatán”.
Comprendí todo de un solo golpe. En este Campeche nuestro, el talón de Aquiles de cualquiera comienza y termina en un Registro Civil. Puedes firmar cien papeles para desviar fondos, pero el único documento que te va a hundir es tu acta de nacimiento.
 “Pero ese rencor peninsular es absurdo”, me expliqué. “Para ponerlo en términos literarios: es como que celebremos los 150 años de la tragedia de Romeo y Julieta y pensemos que la única manera de sentirnos más Capuletos que nunca es acribillando a nuevos Montescos. ¿Qué demuesta eso? Que no hemos aprendido nada de la Historia”.
“Mmm, sí, lo entiendo, aunque, por otro lado no sé… ¿Ya leíste bien el artículo? A lo mejor afecte la imagen que tiene Campeche en materia turística”.
“¿Qué?, ¿un artículo de una revista cultural va impedir que los turistas lleguen al estado? ¡Por favor! Lo más al Este que puede llegar Tierra Adentro es Cancún; la Sectur tiene entre Frankfurt y Berlín para escoger”.
“Eso”.
“Incluso podríamos hacer un curioso ejercicio estadístico: medir cuántos turistas querían venir a Campeche y cuántos desistieron de hacerlo después del artículo de Rodrigo. No obstante, tendríamos que ponderar nuestros cálculos. Como la revista sólo está editada en español sólo atenderíamos turistas hispanohablantes. Pero ¡ojo! la revista únicamente se distribuye en México, así que sólo consideraríamos a los turistas que estén ya dentro del territorio nacional al momento de planear sus viajes. No conformes con ello, el universo poblacional tendría que reducirse a todos los posibles excursionistas que saben de la existencia de las librerías Educal y que estuvieran en una de sus sucursales al momento de pensar en un buen destino para sus vacaciones. ¿Sueles pensar en tus vacaciones dentro de una librería?”.
“Si trabajas en una, sí”.
“Bueno, entonces comenzaríamos contabilizando a los empleados de Educal”.
“Oye, pero ¿no te parece que el contenido es algo explícito? Muestra las partes menos pudorosas de la ciudad: los programas de televisión, los carros veloces del Malecón, Regina, la del arca. Digo regularmente es el tipo de cosas que uno comenta con sus amigas en las despedidas de solteras, pero no es lo que aparecería en una revista de literatura. No, por Dios. Aunque lo de las maravillas es muy gracioso. De hecho, son pocos los campechanos que no piensan que el Palacio Legislativo parece en verdad una sandwichera y que su tapicería interior salió del ropero de Willy Wonka”.
“¿Y?”
“Pues no es lo mismo que te lo diga un campechano. Mi papá comenta cosas más horribles de la ciudad, pero él nació aquí y ha vivido aquí toda su vida. ¿Qué le puedes rebatir? Incluso si lo hubieras escrito tú, no sé, sería diferente”.
“¿Aunque fuera el mismo texto con todos sus puntos y comas?”
“No podría decirte si causaría tanto enojo, pero sin duda sería diferente”.
“Vaya, qué interesante. Sabes, el problema es que si eres campechano y cuestionas te dicen: ‘¿Hasta cuándo dejaremos los campechanos de apostarle a que las cosas no se hagan? ¡Dios mío!, ¿cuándo dejaremos de ser así?’ Pero, ¡cuidado y no seas campechano y critiques!, porque entonces te dicen: “¡Miserable advenedizo, te abrimos la casa y así nos pagas!’”
La vendedora comenzó a reírse.
“¿Y sabes cuál es la moraleja de esta historia?
Movió la cabeza para contestar que no.
“Ésa precisamente. Que no importa si eres o no eres de Campeche, el chiste es quedarse callado”.
“¿Por fin sí te llevas la revista?”, preguntó como para recordar que aún estaba en horas de trabajo. “Te recuerdo que es de las últimas”.
“Claro, pero ando en mi etapa ecológica, mejor no me des bolsa”.
 “Honestamente, yo te recomendaría que no salieras con ella tan a la vista”.
Ni siquiera esperó mi respuesta. Envolvió la publicación en papel estraza y luego en una bolsa de nylon oscuro. Salí con el ánimo de quien acaba de adquirir algo que tendrá que disfrutar a escondidas.  

3 comentarios

Ommar Ayala -

Hola Eduardo que padre está tu BLOG, te dejo la dirección del mio:

educalpachuca.blogspot.com

Carlos F -

Eduardo:

Acabo de ojear la revista y me ha sorprendido el hecho de que estás haciendo escuela. El texto titulado "Claves para nunca visitar Campeche" es una triste tentativa por emular tu estilo. Ya alguna vez te he comentado los aciertos de tu escritura: la inteligencia, el humor, la parodia y, en el subsuelo, la reflexión de muchas de nuestras conductas e ideologías, etc, etc. Y ahora descubro que empiezan a surgir "escritores" que, imitándote, nos ofrecen sus creaciones huecas, banales y estúpidas. Un ejemplo nada más: todo de lo que se burla Solís lo posee cualquier otra ciudad de México (incluyendo los irrisorios fusiles arquitectónicos). Y sus horizontes culturales no pueden ser más pobres: ¿A qué se refiere con el término de "modernidad"? ¿A las cadenas de cines que sólo proyectan películas basura, a la proliferación de antros divertidos y cool? Si eso es la modernidad prefiero morir entre las murallas de piedra con mi premodernidad. El tono de su artículo, por lo demás, es similar al de un adolescente que hace pintas en las bardas de su barrio para subervir el orden público.

Qué pena que quieran escribir como tú (lo cual está bien, si primero apagan la tele o la compu y se ponen a leer y a pensar un rato) y que lo hagan de forma trivial (como nuestros tiempos) y con tan poca fortuna.

atenea -

Muy bueno el artículo, lo recibí en mi correo y me dicertí mucho leyendo.
¿Sabes? A mi me suele pasar, tengo casi 20 años viviendo en esta ciudad, y si te digo que tengo 20 años, es casi toda mi vida. Pero por "desgracia" nací en Yucatán y creeme que es dificil sobresalir, por el simple hecho que "no eres de aquí". Yo tampoco entiendo ese rencor absurdo, pero que mas le vamos a hacer. Te podría contar mil anécdotas, en las cuales por el simple hecho de haber nacido en Yucatán me hicieron a un lado, por asi decirlo. ¡Que mal! Es un estigma que se lleva. ¡Dios mio! toda mi vida la he vivido aquí, creo ser más "campechana" que otra cosa jajaja.
Espero Rodrigo suela librar bien esté problema, porque en lo personal me agrada mucho su forma de escribir.
Que suertudote eres de ser campechano jajaja. Te agradezco que mandes tus escritos y aprovecho una vez mas para felicitarte.
¡Saludos!